Ana Cuéllar. 2010
La parte está en el todo y el todo está en la parte. Lo que significa que lo mental está en cualquier tejido del cuerpo donde existe plegada una mente diminuta y que paralelamente con esta idea lo material está plegado en alguna forma en ese ente intangible que es la mente.
La materia es energía densa y todo el mundo está de acuerdo en qué cosa es, pues, nos llega de forma directa a través de los órganos de los sentidos, nuestro cerebro evolucionó para apresar aquella realidad que nos es útil para la supervivencia y en este sentido nadie tiene ninguna duda de que la realidad percibida es la realidad-real, a pesar de que esta idea es ilusoria en el sentido de que nuestra plasticidad cerebral puede llevarnos a contemplar la realidad de una forma bastante diferente a como la perciben los demás.
La realidad en este sentido es un consenso de opinión . Y el consenso de opinión es que la materia es algo a lo que podemos meter el dedo, un hallazgo axiomático que no precisa demostración, yo sé que tengo un cuerpo y sé que usted tiene un cuerpo, a eso le llamamos realidad objetiva pues es realmente objetiva desde nuestro aparato perceptual.
Algo así como que: “ocupo un lugar en el espacio luego existo”.
Pero en realidad lo que somos es un vacío muy parecido al del cosmos y que entre un átomo de nuestro hígado y un átomo de nuestro riñón hay una distancia interestelar. Somos un vacío, si pero un vacío con conciencia, una conciencia que rellena ese vacio y que percibe su cuerpo como una masa densa, organizada y homogénea de músculos, huesos y órganos. Eso es el plano material denso.
Superpuesto con él existe otro plano que he llamado en otro lugar un cuerpo energético que desborda al material denso de los forenses y de los cirujanos, es un cuerpo que no podemos ver aunque si medir con ciertos instrumentos y que abordamos con algunas técnicas como por ejemplo la acupuntura.
Existe otro dominio mucho más sutil que es el plano emocional y que muchas personas identifican con el anterior, lo importante es que el plano emocional es absolutamente energético y no material. Es el cuerpo que duele sin razón, la diarrea sin lesión, el cólico sin piedras, el pensamiento fugitivo, etc. En realidad un trastorno energético es la primera fase de una enfermedad que aun no se ha manifestado y que no podemos saber si se manifestará. El plano emocional coincide con algo que siempre se ha llamado en medicina, lo psicosomático, esto es la influencia de lo psíquico en el cuerpo, algo que tampoco necesita demostración.
Y que podemos resumir en este axioma pseudocartesiano “pienso (o siento) luego existo.
Existe un cierto horror a la palabra “energético” que parece aludir a algo esotérico y raro. Las mismas personas que tienen pavor a esta palabra sin embargo son usuarios de redes wi-fi, de electricidad, de radios o de televisores y están dispuestas a creer que este tipo de aparatos funcionan a través de ondas que son invisibles y que son inmateriales. Bien, pues lo mismo sucede en nuestro cuerpo, no todo puede verse y muchas de estas energías sólo pueden deducirse por tratarse de longitudes de onda pequeñas.
Con lo mental pasa otro tanto parecido, todo el mundo sabe que tiene una mente, que los demás tienen una mente y así y todo se niegan a considerar que la mente es el plano más sutil de la materia. La mente es aun más sutil que el cuerpo emocional y es el interface que nos relaciona con el medio ambiente: su función -la de la mente- es operar con una forma de energia aun más invisible, la mente trata con la información.
Y la información es una forma de energía estática y no degradable. Es como los virus, no está ni viva ni muerta, ni pertenece al reino vegetal ni al animal, una especie de conjunto de instrucciones rodeadas de una cápsula que se inactivan cuando están en la intemperie y que sólo se activan y -se convierten en energía- cuando penetran a través de nuestro sistema perceptivo en el cerebro o en nuestro cuerpo. La información tiene por eso forma aunque es una forma inactiva de energía y es por eso que se le parece mucho a lo que Sheldrake llamó campos morfogenéticos aunque lo más importante de la información es que al relacionarse con una mente se desdobla en dos contenidos que son el significado y el sentido.
Esta es pues la función de la información: proporcionar sentido y significado al mundo de modo que podría responder a este axioma “soy lo que resuena conmigo”.
En realidad el mundo es algo neutral, algo que esta ahi y que sólo informa en tanto en cuanto hay algo en mi mente que resuena con él, y lo que suele resonar con más frecuencia y por razones evolutivas son las amenazas a la supervivencia, es por eso que la visión de un depredador desencadena una cascada de reacciones mentales, emocionales y físicas que conocemos con el nombre de fight or flight (lucha-huida), probablemente la manera de reaccionar más primitiva que existe en nuestro repertorio de respuestas.
La información es pues la parte que hemos de integrar en el todo material de nuestro cuerpo y se introduce a través de la mente y a través de los órganos de los sentidos para convertirse en energía y en movimiento, así como en una cascada nerviosa , endocrina e inmunológica que prepara al organismo a través de las hormonas de estrés para la reparación de las heridas previsibles en un conflicto fight or flight.
Podemos repudiar determinados sentidos o significantes, podemos prestar más atención a unos significados frente a otros: dicho de otra manera, nuestra mente es un interface pero tambien un filtro que podemos obturar o abrir a voluntad como un diafragma óptico accediendo a sentidos y significados concretos y especiales para cada uno de nosotros.
Una vez dentro del cuerpo el sentido y/o significado -como los virus- se transforman en enería, es decir en emoción: alegría, ira, miedo, envidia, celos, etc y pone en marcha circuitos cerebrales destinados al movimiento y a la acción, tenemos ya entrada en el baile de moléculas que alimentará nuestra motivación, nuestro deseo o nuestra búsqueda.
El destino de la información -que es energía sutil- es transformarse en energía menos sutil y más tarde en materia (energía densa), siguiendo el destino de la entropía, el destino de la información es precipitar en lo que en fisica se llama estado sólido. Las experiencias mentales si son los suficientemente intensas tienden a precipitar, a coagular y a retener con ellas un montón de energía que usualmente llamamos quistes mentales, no se trata de una metáfora, existen quistes mentales como por ejemplo sucede en los traumas psíquicos que sólo pueden removerse a través de su licuación, algo que solemos hacer a través -otra vez de la mente- hablando y reviviendo el trauma, es la posibilidad de resignificarlo. También podemos hacerlo a través de terapias corporales, pues, ciertos recuerdos parecen estar más anclados en la memoria que otros, usualmente los antiguos, los que sucedieron en la infancia: aquella época donde eramos tan plásticos y por tanto tan vulnerables, hay recuerdos de la infancia que son verdaderos quistes (los traumas) pero hay otros que sin ser traumáticos también se conservan con buenas raíces y no los olvidamos nunca, sin embargo otros recuerdos carecen de fijeza como todo el mundo puede experimentar con lo vivido por él mismo.
Sucede porque en el momento en que grabamos aquellas experiencias nuestra mente se encontraba con su diafragma en un estado de máxima apertura y dotábamos a la experiencia de un intenso sentido y significado, es por ello que se grabó “a sangre y fuego”, la información se solidificó en materia y es por eso que determinadas experiencias se comportan como traumas sin serlo, simplemente comparten con ellos el estado sólido y probablemente la retención excesiva de energía, por eso nos vuelven usualmente durante esos sueños repetitivos que sin ser pesadillas nos abruman en algunas épocas de nuestra vida cuando algo en la realidad externa les hace resonar.
Pues la función del sueño es licuar ese quiste, cosa que hacemos repetidamente hasta que logramos desprendernos de las cargas que están en exceso y es por eso que los sueños se repiten pero no de la misma manera, el sueño se torsiona de mil formas para intentar proporcionar al soñante una experiencia diversa a fin de que sea por fin evacuada, es decir transformada en pensamiento, imagen mental, narrativa, es decir otra vez en información.
El sueño repetitivo es la parte del todo que es el quiste -la experiencia solidificada- y se pone del derecho y del revés a fin de mostrarnos todos sus flancos, hasta que desaparece.
Una idea bastante frecuente es que pensemos que el cerebro es esa masa gelatinosa que tenemos en el cráneo, es cierto pero el cerebro no termina ahi: se extiende por todo el cuerpo, si bien las prestaciones que podemos esperar de esas otras mentes son mucho menores que las atribuibles al cerebro de arriba. Por ejemplo nadie piensa que podemos pensar con las tripas y que nuestro intestino y en realidad todo nuestro aparato digestivo contiene casi los mismos neurotransmisores que podemos encontrar en nuestro cerebro. Estos mensajeros químicos se encuentran distribuidos por todo el cuerpo y tienen una enorme importancia en lo que entendemos como cerebro emocional.
Lo cierto es que si usted trata de resolver un problema de matemáticas le recomiendo que lo haga con su cerebro y no con su intestino grueso, la razón de este consejo es que su cerebro a pesar de tener los mismos neurotrasnmisores que su intestino tiene prestaciones que su intestino no podrá brindarle.
Y eso es precisamente lo que hacen los pacientes psicosomáticos: tratar un dilema emocional con órganos distintos al cerebro, no piensan, no mentalizan su problema sino que los derivan a su cuerpo y mientras son energía los sufren para más tarde transformarlos en sólidos y dar lugar a una enfermedad objetiva.
El tránsito de sólido a energía y de energía a información es pues un camino cíclico, un camino que se puede andar del derecho y del revés.
Nuestro cerebro emocional trata con energía y con entradas informativas y no con los estados sólidos, es un interface entre la información y la materia pero algunas personas son bastante torpes a la hora de lidiar con emociones perfectamente reconocibles para otros, son los enfermos condenados a distintos disturbios psicosomáticos.
Tratan la parte como si fuera el Todo y se enferman materialmente o en el mejor de los casos sólo energéticamente.
En cualquier caso la forma de librarse de una emoción cualquiera es reconvertirla en información y es interesante subrayar que eso es precisamente lo que hacemos cuando comunicamos lo que nos pasa a otra persona, bien en forma verbal o bien en forma de conducta (acción) y es bueno recordar en este momento que uno de los axiomas de la comunicación es éste:
“Es imposible no comunicarse”
Significa que hagamos lo que hagamos siempre estamos comunicando algo si bien esta comunicación puede ser bastante ambigüa respecto a lo que informa. La forma más “digital” y exacta a la hora de expresar algo es a través del lenguaje lo cual no significa que el lenguaje sea la única forma o la más eficaz de expresar cualquier cosa. Por ejemplo un abrazo informa mejor de una emoción que una palabra precisamente porque las emociones son preverbales y aunque contienen información no se traducen directamente a palabras.
En otro orden de cosas los rasgos de personalidad son también quistes o nudos similares a los que forman los traumas y los recuerdos antiguos. El rasgo patológico de personalidad operaría como un patrón traumático que cristaliza atrayendo hacia si una cantidad de energía similar al trauma propiamente dicho y podria definirse como un atractor fractal, o un creodo en términos matemáticos. Se definiria como un estado de rigidez perceptual, cognitiva, emocional y conductual que atraparia en sí los tres niveles: el informativo, el emocional y el material. Un rasgo de personalidad patológico es pues como un cristal o como un quiste que atrapa energia y que tiene como objetivo homogeneizar la experiencia aun a base de hacerla predecible, rutinaria.
“Siempre asi y sólo asi” podria ser el eslogan del rasgo patológico de la personalidad.
Los rasgos patológicos de personalidad -sin embargo- tienen la caracteristica de contribuir a construir irracionalidades en la percepción o interpretación del mundo a través de ese secuestro de energia que entorpece la experiencia mental y el trato con la realidad. Es por eso que su disolución puede seguirse de verdaderas catástrofes psiquicas o somáticas puesto que la energia retenida buscara fluir bien a través de la materia o bien a través de los railes de energia emocionales causando verdaderos problemas que conocemos con el nombre de crisis emocionales: el cuerpo parece haberse vuelto loco, la mente se mantiene cuerda y los médicos no encuentran razones objetivas que justifiquen el malestar. La disipación de la energia de un rasgo o nudo de la personalidad es tan tempestuosa como el acceso de un trauma a la conciencia y va seguida de fenómenos inusuales donde parece traslucirse que un enorme tirabuzón o vértice de energia escapa del cuerpo. Nos desprendemos del trauma no sólo a través de las palabras sino muchas veces lo hacemos a través de los canales o meridianos de energia y a través de fenómenos inefables.
La materia es energía densa y todo el mundo está de acuerdo en qué cosa es, pues, nos llega de forma directa a través de los órganos de los sentidos, nuestro cerebro evolucionó para apresar aquella realidad que nos es útil para la supervivencia y en este sentido nadie tiene ninguna duda de que la realidad percibida es la realidad-real, a pesar de que esta idea es ilusoria en el sentido de que nuestra plasticidad cerebral puede llevarnos a contemplar la realidad de una forma bastante diferente a como la perciben los demás.
La realidad en este sentido es un consenso de opinión . Y el consenso de opinión es que la materia es algo a lo que podemos meter el dedo, un hallazgo axiomático que no precisa demostración, yo sé que tengo un cuerpo y sé que usted tiene un cuerpo, a eso le llamamos realidad objetiva pues es realmente objetiva desde nuestro aparato perceptual.
Algo así como que: “ocupo un lugar en el espacio luego existo”.
Pero en realidad lo que somos es un vacío muy parecido al del cosmos y que entre un átomo de nuestro hígado y un átomo de nuestro riñón hay una distancia interestelar. Somos un vacío, si pero un vacío con conciencia, una conciencia que rellena ese vacio y que percibe su cuerpo como una masa densa, organizada y homogénea de músculos, huesos y órganos. Eso es el plano material denso.
Superpuesto con él existe otro plano que he llamado en otro lugar un cuerpo energético que desborda al material denso de los forenses y de los cirujanos, es un cuerpo que no podemos ver aunque si medir con ciertos instrumentos y que abordamos con algunas técnicas como por ejemplo la acupuntura.
Existe otro dominio mucho más sutil que es el plano emocional y que muchas personas identifican con el anterior, lo importante es que el plano emocional es absolutamente energético y no material. Es el cuerpo que duele sin razón, la diarrea sin lesión, el cólico sin piedras, el pensamiento fugitivo, etc. En realidad un trastorno energético es la primera fase de una enfermedad que aun no se ha manifestado y que no podemos saber si se manifestará. El plano emocional coincide con algo que siempre se ha llamado en medicina, lo psicosomático, esto es la influencia de lo psíquico en el cuerpo, algo que tampoco necesita demostración.
Y que podemos resumir en este axioma pseudocartesiano “pienso (o siento) luego existo.
Existe un cierto horror a la palabra “energético” que parece aludir a algo esotérico y raro. Las mismas personas que tienen pavor a esta palabra sin embargo son usuarios de redes wi-fi, de electricidad, de radios o de televisores y están dispuestas a creer que este tipo de aparatos funcionan a través de ondas que son invisibles y que son inmateriales. Bien, pues lo mismo sucede en nuestro cuerpo, no todo puede verse y muchas de estas energías sólo pueden deducirse por tratarse de longitudes de onda pequeñas.
Con lo mental pasa otro tanto parecido, todo el mundo sabe que tiene una mente, que los demás tienen una mente y así y todo se niegan a considerar que la mente es el plano más sutil de la materia. La mente es aun más sutil que el cuerpo emocional y es el interface que nos relaciona con el medio ambiente: su función -la de la mente- es operar con una forma de energia aun más invisible, la mente trata con la información.
Y la información es una forma de energía estática y no degradable. Es como los virus, no está ni viva ni muerta, ni pertenece al reino vegetal ni al animal, una especie de conjunto de instrucciones rodeadas de una cápsula que se inactivan cuando están en la intemperie y que sólo se activan y -se convierten en energía- cuando penetran a través de nuestro sistema perceptivo en el cerebro o en nuestro cuerpo. La información tiene por eso forma aunque es una forma inactiva de energía y es por eso que se le parece mucho a lo que Sheldrake llamó campos morfogenéticos aunque lo más importante de la información es que al relacionarse con una mente se desdobla en dos contenidos que son el significado y el sentido.
Esta es pues la función de la información: proporcionar sentido y significado al mundo de modo que podría responder a este axioma “soy lo que resuena conmigo”.
En realidad el mundo es algo neutral, algo que esta ahi y que sólo informa en tanto en cuanto hay algo en mi mente que resuena con él, y lo que suele resonar con más frecuencia y por razones evolutivas son las amenazas a la supervivencia, es por eso que la visión de un depredador desencadena una cascada de reacciones mentales, emocionales y físicas que conocemos con el nombre de fight or flight (lucha-huida), probablemente la manera de reaccionar más primitiva que existe en nuestro repertorio de respuestas.
La información es pues la parte que hemos de integrar en el todo material de nuestro cuerpo y se introduce a través de la mente y a través de los órganos de los sentidos para convertirse en energía y en movimiento, así como en una cascada nerviosa , endocrina e inmunológica que prepara al organismo a través de las hormonas de estrés para la reparación de las heridas previsibles en un conflicto fight or flight.
Podemos repudiar determinados sentidos o significantes, podemos prestar más atención a unos significados frente a otros: dicho de otra manera, nuestra mente es un interface pero tambien un filtro que podemos obturar o abrir a voluntad como un diafragma óptico accediendo a sentidos y significados concretos y especiales para cada uno de nosotros.
Una vez dentro del cuerpo el sentido y/o significado -como los virus- se transforman en enería, es decir en emoción: alegría, ira, miedo, envidia, celos, etc y pone en marcha circuitos cerebrales destinados al movimiento y a la acción, tenemos ya entrada en el baile de moléculas que alimentará nuestra motivación, nuestro deseo o nuestra búsqueda.
El destino de la información -que es energía sutil- es transformarse en energía menos sutil y más tarde en materia (energía densa), siguiendo el destino de la entropía, el destino de la información es precipitar en lo que en fisica se llama estado sólido. Las experiencias mentales si son los suficientemente intensas tienden a precipitar, a coagular y a retener con ellas un montón de energía que usualmente llamamos quistes mentales, no se trata de una metáfora, existen quistes mentales como por ejemplo sucede en los traumas psíquicos que sólo pueden removerse a través de su licuación, algo que solemos hacer a través -otra vez de la mente- hablando y reviviendo el trauma, es la posibilidad de resignificarlo. También podemos hacerlo a través de terapias corporales, pues, ciertos recuerdos parecen estar más anclados en la memoria que otros, usualmente los antiguos, los que sucedieron en la infancia: aquella época donde eramos tan plásticos y por tanto tan vulnerables, hay recuerdos de la infancia que son verdaderos quistes (los traumas) pero hay otros que sin ser traumáticos también se conservan con buenas raíces y no los olvidamos nunca, sin embargo otros recuerdos carecen de fijeza como todo el mundo puede experimentar con lo vivido por él mismo.
Sucede porque en el momento en que grabamos aquellas experiencias nuestra mente se encontraba con su diafragma en un estado de máxima apertura y dotábamos a la experiencia de un intenso sentido y significado, es por ello que se grabó “a sangre y fuego”, la información se solidificó en materia y es por eso que determinadas experiencias se comportan como traumas sin serlo, simplemente comparten con ellos el estado sólido y probablemente la retención excesiva de energía, por eso nos vuelven usualmente durante esos sueños repetitivos que sin ser pesadillas nos abruman en algunas épocas de nuestra vida cuando algo en la realidad externa les hace resonar.
Pues la función del sueño es licuar ese quiste, cosa que hacemos repetidamente hasta que logramos desprendernos de las cargas que están en exceso y es por eso que los sueños se repiten pero no de la misma manera, el sueño se torsiona de mil formas para intentar proporcionar al soñante una experiencia diversa a fin de que sea por fin evacuada, es decir transformada en pensamiento, imagen mental, narrativa, es decir otra vez en información.
El sueño repetitivo es la parte del todo que es el quiste -la experiencia solidificada- y se pone del derecho y del revés a fin de mostrarnos todos sus flancos, hasta que desaparece.
Una idea bastante frecuente es que pensemos que el cerebro es esa masa gelatinosa que tenemos en el cráneo, es cierto pero el cerebro no termina ahi: se extiende por todo el cuerpo, si bien las prestaciones que podemos esperar de esas otras mentes son mucho menores que las atribuibles al cerebro de arriba. Por ejemplo nadie piensa que podemos pensar con las tripas y que nuestro intestino y en realidad todo nuestro aparato digestivo contiene casi los mismos neurotransmisores que podemos encontrar en nuestro cerebro. Estos mensajeros químicos se encuentran distribuidos por todo el cuerpo y tienen una enorme importancia en lo que entendemos como cerebro emocional.
Lo cierto es que si usted trata de resolver un problema de matemáticas le recomiendo que lo haga con su cerebro y no con su intestino grueso, la razón de este consejo es que su cerebro a pesar de tener los mismos neurotrasnmisores que su intestino tiene prestaciones que su intestino no podrá brindarle.
Y eso es precisamente lo que hacen los pacientes psicosomáticos: tratar un dilema emocional con órganos distintos al cerebro, no piensan, no mentalizan su problema sino que los derivan a su cuerpo y mientras son energía los sufren para más tarde transformarlos en sólidos y dar lugar a una enfermedad objetiva.
El tránsito de sólido a energía y de energía a información es pues un camino cíclico, un camino que se puede andar del derecho y del revés.
Nuestro cerebro emocional trata con energía y con entradas informativas y no con los estados sólidos, es un interface entre la información y la materia pero algunas personas son bastante torpes a la hora de lidiar con emociones perfectamente reconocibles para otros, son los enfermos condenados a distintos disturbios psicosomáticos.
Tratan la parte como si fuera el Todo y se enferman materialmente o en el mejor de los casos sólo energéticamente.
En cualquier caso la forma de librarse de una emoción cualquiera es reconvertirla en información y es interesante subrayar que eso es precisamente lo que hacemos cuando comunicamos lo que nos pasa a otra persona, bien en forma verbal o bien en forma de conducta (acción) y es bueno recordar en este momento que uno de los axiomas de la comunicación es éste:
“Es imposible no comunicarse”
Significa que hagamos lo que hagamos siempre estamos comunicando algo si bien esta comunicación puede ser bastante ambigüa respecto a lo que informa. La forma más “digital” y exacta a la hora de expresar algo es a través del lenguaje lo cual no significa que el lenguaje sea la única forma o la más eficaz de expresar cualquier cosa. Por ejemplo un abrazo informa mejor de una emoción que una palabra precisamente porque las emociones son preverbales y aunque contienen información no se traducen directamente a palabras.
En otro orden de cosas los rasgos de personalidad son también quistes o nudos similares a los que forman los traumas y los recuerdos antiguos. El rasgo patológico de personalidad operaría como un patrón traumático que cristaliza atrayendo hacia si una cantidad de energía similar al trauma propiamente dicho y podria definirse como un atractor fractal, o un creodo en términos matemáticos. Se definiria como un estado de rigidez perceptual, cognitiva, emocional y conductual que atraparia en sí los tres niveles: el informativo, el emocional y el material. Un rasgo de personalidad patológico es pues como un cristal o como un quiste que atrapa energia y que tiene como objetivo homogeneizar la experiencia aun a base de hacerla predecible, rutinaria.
“Siempre asi y sólo asi” podria ser el eslogan del rasgo patológico de la personalidad.
Los rasgos patológicos de personalidad -sin embargo- tienen la caracteristica de contribuir a construir irracionalidades en la percepción o interpretación del mundo a través de ese secuestro de energia que entorpece la experiencia mental y el trato con la realidad. Es por eso que su disolución puede seguirse de verdaderas catástrofes psiquicas o somáticas puesto que la energia retenida buscara fluir bien a través de la materia o bien a través de los railes de energia emocionales causando verdaderos problemas que conocemos con el nombre de crisis emocionales: el cuerpo parece haberse vuelto loco, la mente se mantiene cuerda y los médicos no encuentran razones objetivas que justifiquen el malestar. La disipación de la energia de un rasgo o nudo de la personalidad es tan tempestuosa como el acceso de un trauma a la conciencia y va seguida de fenómenos inusuales donde parece traslucirse que un enorme tirabuzón o vértice de energia escapa del cuerpo. Nos desprendemos del trauma no sólo a través de las palabras sino muchas veces lo hacemos a través de los canales o meridianos de energia y a través de fenómenos inefables.
Paco Traver, artículo completo en: http://pacotraver.wordpress.com/2009/11/12/el-todo-denso-y-la-parte-sutil/
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