jueves, 20 de diciembre de 2012

STOP al Pelotazo Sanitario

En cuestión de horas, la Comunidad de Madrid podría obsequiarnos con un envenenado regalo de Navidad: un plan que pondría la salud de millones de personas bajo el control de especuladores financieros y del ladrillo.

El gobierno de Madrid quiere poner nuestros servicios públicos de salud en manos de una maraña de intereses opacos que incluye a bancos y constructoras protagonistas del ladrillazo y a inversores en paraísos fiscales. Las medidas han generado un abrumador rechazo entre los profesionales sanitarios. Pero para detener el plan, hace falta desencadenar una imparable epidemia de oposición a nivel nacional dirigida a Rajoy, a la Ministra de Sanidad y a la Ministra Ana Pastor, figura clave dentro de su partido y respetada en círculos sanitarios.

La salud de todos está en juego. Madrid es sólo el laboratorio del desmantelamiento de la sanidad pública a gran escala, y si el nuevo plan triunfa aquí, acabará contagiando al resto del país. Firma abajo pidiéndoles que paralicen este plan de privatización y antepongan nuestra salud a la fiebre del oro del lobby sanitario -- Avaaz entregará la petición al gobierno y en la Asamblea de Madrid antes de la votación: 

http://www.avaaz.org/es/spain_stop_al_pelotazo_sanitario/?bsIaIab&v=20307 

Tras el fiasco de los experimentos ruinosos en la sanidad de Madrid y Valencia, el presidente de la comunidad madrileña sigue empeñado en impulsar la privatización de la gestión de siete hospitales públicos y numerosos centros de salud. Ello sin que haya presentado ningún estudio económico fiable, y bajo serias sospechas de haber inflado el cálculo de los gastos del sistema público para justificar su decisión. 

El plan es igualmente temerario al permitir que nuestra sanidad se concentre progresivamente en manos de una poderosa élite de grupos sanitarios: Capio y USP-Quirón, dominados por fondos de inversión británicos, y Ribera Salud, propiedad de CAM y Bancaja (Bankia), estrellas de la funesta burbuja inmobiliaria. Todo ello en medio de un bochornoso baile de altos funcionarios y directivos de empresas del sector, que pasan de un cargo de decisión a otro sin control alguno. 

Los repetidos órdagos del controvertido presidente madrileño, Ignacio González, están desestabilizando las filas del PP. De hecho, el gobierno de Rajoy acaba de enviarle un contundente recado al presentar un recurso de inconstitucionalidad contra el euro por receta de Cataluña, medida que González quiere incluir en su plan. Por otro lado, la ministra Ana Pastor, que logró granjearse el respeto de gran parte del sector sanitario durante sus años al cargo de la cartera de salud, puede ver como todo su trabajo queda en manos de políticos y especuladores sedientos de beneficios. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

José Maria Gay, el economista indignado

La Filosofía, escuela de libertad


La Red Española de Filosofía se queja de la eliminación de la materia de Ética que prevé la LOMCE


Desde la Grecia antigua, la Filosofía es una parte consustancial de la civilización europea, como las ciencias, las artes y las instituciones democráticas. En la época moderna, la tradición filosófica europea se ha extendido por el resto del mundo y ha entablado un diálogo cada vez más fecundo con otras tradiciones filosóficas y culturales. De este modo, la Filosofía se ha convertido en un patrimonio vivo de toda la Humanidad, una especie de código intercultural a través del cual pueden comunicarse los diversos pueblos de la Tierra. Prueba de ello es que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoce a la Filosofía un papel fundamental en la educación moral e intelectual de los ciudadanos de todo el mundo. Por eso, en 1995 hizo pública la Declaración de París a favor de la Filosofíay editó el informe Filosofía y democracia en el mundo, en 2005 estableció el Día Mundial de la Filosofía (que se celebra el tercer jueves de noviembre), y en 2007 editó el informe La Filosofía, una escuela de libertad.
La Filosofía es una “escuela de libertad” porque educa a los niños y jóvenes en el ejercicio autónomo y riguroso del pensamiento, les enseña a reflexionar sobre el mundo y sobre sí mismos con una mirada crítica, y los capacita para argumentar y dialogar racionalmente con sus semejantes, reconocer la pluralidad de los diferentes puntos de vista y buscar el entendimiento mutuo en los diversos campos de la experiencia humana. Por eso, ante las transformaciones, conflictos e incertidumbres de una sociedad cada vez más compleja y globalizada, los estudios de Filosofía son una herramienta indispensable para la comprensión del mundo y la comunicación racional entre todos los seres humanos. La Filosofía no es un adorno cultural que se permita el sistema educativo como un complemento de formación, es también un instrumento fundamental para la comprensión del lugar de los demás estudios en un plan de vida como persona y como ciudadano.
La crisis que desde hace cinco años está sufriendo Europa, y en particular España, es extremadamente grave, porque está afectando de modo profundo a todos los ámbitos de la vida humana: es una crisis de nuestro modelo económico y social, pero es también una crisis política de nuestras instituciones democráticas, y es en último término una crisis del pensamiento, de la ciencia, de las artes, en fin, de toda la cultura europea.
Ante la gravedad de esta situación, la comunidad filosófica española ha decidido emprender un proceso de vertebración y cooperación entre todas las asociaciones e instituciones relacionadas con el cultivo de la Filosofía. El resultado ha sido la constitución de la Red Española de Filosofía (REF), que agrupa a todas las Facultades de Filosofía de España, al Instituto de Filosofía del CSIC y a más de treinta asociaciones filosóficas que representan a los diversos campos temáticos, los diversos niveles educativos y las diversas comunidades autónomas. El 5 de mayo de 2012, la REF hizo pública la Declaración de la Filosofía española, que ha sido traducida a todos los idiomas oficiales de España y a varios idiomas europeos.
Con motivo del Día Mundial de la Filosofía, y en respuesta a la grave situación de crisis económica, política y cultural en la que vivimos, la REF ha decidido hacer su presentación pública ante la sociedad española. Lo hizo el pasado jueves 22 de noviembre en el salón de actos del Ateneo de Madrid. Se trataba de una celebración, pero también de una reivindicación de nuestra profesión y una llamada de atención ante las administraciones educativas y ante la opinión pública, para que valoren la importancia de la Filosofía en la formación de los niños y jóvenes españoles.
Hemos comprobado que en todas las reformas educativas de la democracia española -y ya van siete-, los sucesivos gobiernos de España, tanto los del PSOE como los del PP, han utilizado las materias filosóficas de la enseñanza secundaria como un arma arrojadiza en sus batallas ideológicas, en lugar de respetar su autonomía académica y reconocerlas como elementos esenciales de un sistema educativo democrático.
La última reforma educativa promovida por el actual gobierno de España -el Anteproyecto de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), presentado recientemente por el Ministro de Educación, José Ignacio Wert-, entre otras novedades, elimina por completo la Ética, que es la única materia filosófica estudiada en la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), y que ha estado presente en el sistema educativo español desde 1980, primero como materia del antiguo BUP y posteriormente -en la LOGSE (1990) y en la LOE (2006)- como materia obligatoria común en el último curso de la ESO. Creemos que la supresión de la Ética es un desacierto que no tiene justificación pedagógica. Por ello, pedimos al Ministerio de Educación que corrija este grave error en la tramitación de la Ley, incluyendo la materia deÉtica como asignatura obligatoria en el cuarto curso de la ESO con una dotación horaria de al menos dos horas semanales de modo que pueda cumplir sus objetivos académicos y formativos.
Por último, la Red Española de Filosofía manifiesta su disposición a cooperar con las autoridades educativas para diseñar un curriculum de las materias filosóficas de la enseñanza secundaria que sea coherente y riguroso, y que esté a la altura del mundo en el que vivimos.
Antonio Campillo y Luis María Cifuentes son miembros de la Comisión Permanente de la Red Española de Filosofía. También firman el artículo los otros miembros de la comisión Carmen González Marín, Jacinto Rivera, Concha Roldán, Fernando Broncano y Ángel Martín.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/25/actualidad/1353868420_459248.html

Negar la educación


En la reforma que se plantea, hasta el momento, no hemos visto sino imprudencia, precipitación y una pavorosa falta de sentido común


Desde hace meses, muchos meses ya, nuestras vidas están a merced de los mercados. Es imposible abrir la prensa, encender la radio o la televisión, mantener una conversación incluso, sin oír hablar de recortes y despidos, de supresión de derechos sociales, de pérdida de civilización, en suma.
Entre tanto, intentamos educar a nuestros hijos a pesar de —o contra— esto. Y confiamos en que si aún queda un espacio de resistencia frente a los poderes financieros ese ha de ser el de la escuela. ¿Cómo imaginar entonces que la reforma del sistema educativo consista en hacer de estos grilletes sus cimientos? ¿Cómo reducir la educación a “motor que promueve la competitividad de la economía?”
Este vocabulario de guerra (“mercado”, “competitividad”, “éxito”, “arena internacional”) impregna cada una de las páginas del borrador del anteproyecto de ley, presentado hace unos días. Ni una sola vez se mencionan aquellas palabras que hasta ahora trazaban el horizonte de todo proyecto educativo: “democracia”, “ciudadanía”, “cooperación”, “diálogo”, “pensamiento crítico”. “Cultura”.
Tan inquietante como este objetivo es el camino previsto para alcanzarlo: el reconocimiento de la diversidad del alumnado como requisito para “canalizar a los estudiantes hacia las trayectorias más adecuadas a sus fortalezas, de forma que (...) se conviertan en rutas que faciliten la empleabilidad.”. Niños y niñas no son ya otra cosa en la futura ley de educación que mano de obra y nada más.
Es verdad que unos y otros tenemos talentos diversos y que la escuela no ha estado abierta hasta el momento más que a los perfiles de quienes se ajustaban a la escuela de antaño. Creíamos que al fin era el momento de abrirla a las artes, a la investigación, a la creatividad; a otras formas de aprender, cooperativas e interdisciplinarias. Pero no: no se trata de abrir, ensanchar, incluir. Se trata más bien de amputar, de mutilar, de segregar. De reducir materias – y “detectar las prioritarias”-; y de excluir alumnos y derivarlos, ¡desde los 12 años!, a “otras vías”.

Niños y niñas no son ya otra cosa en la futura ley de educación que mano de obra y nada más
¿Cómo se va a llevar todo esto a cabo? Recuperando “la cultura de la evaluación”. Para un estudiante esto será, a buen seguro, un sarcasmo. Quien señala que la selectividad "no funciona porque la aprueba el 94% de los alumnos", ignorando que esos alumnos acaban de superar todas las pruebas de evaluación de un costosísimo segundo de bachillerato, está despreciando de un plumazo el trabajo de docentes y estudiantes. Las razones por las que la selectividad no funciona son otras, y haría bien el ministro en escuchar a la comunidad educativa para conocerlas.
Pero lo que se quiere implantar ahora es un sistema de reválida que evalúe exclusivamente lo que la OCDE tiene en cuenta: aquellos aprendizajes imprescindibles para ser un trabajador versátil y sumiso. Parecemos olvidar a veces que la educación, como ya dijera Neil Postman, ha de ayudarnos no solo a ganarnos la vida, sino también a construirnos la vida, individual y colectivamente.
Dos consecuencias inmediatas tiene esta “cultura de la evaluación”. Una, que lo que PISA no evalúa no tiene ya legitimidad académica. Por eso el ministro se permite hablar incluso de “asignaturas que distraen.” ¿Pero de qué distraen? Si queremos ayudar desde la escuela a desarrollar el talento que cada persona encierra, mal camino llevamos enarbolando las tijeras de podar. La manera de combatir la excesiva fragmentación del currículo no es “suprimir las optativas”, “especializar los centros”, “racionalizar la oferta”. De lo que se trata es de apostar por un aprendizaje por proyectos que ayude a integrar, a establecer vínculos, a conciliar las distintas miradas que la ciencia y el arte ofrecen sobre los problemas esenciales de la condición humana, del mundo que habitamos.
Causa estupor leer que “los alumnos españoles tienen más horas de clase en total, pero menos horas de clase en lectura y matemáticas que sus compañeros de la OCDE.” Pero, ¿no habíamos quedado en que enseñar a leer es una tarea conjunta de todo el profesorado, puesto que aprender a leer significa aprender a leer diferentes tipos de textos, también los específicos de cada una de las ramas del saber? ¿Y qué pasa en cambio con la oralidad, siempre extramuros de la escuela? Tanto empeño en preparar alumnos “excelentes” y olvidamos que para ser un buen médico hace falta también saber escuchar...
La segunda consecuencia tiene que ver con el para qué de tanta reválida. Una reválida que tiene como único objetivo premiar o castigar al examinando con su apto o no apto (examinando que se habrá examinado ya una y mil veces a lo largo del curso, pero de cuyos examinadores el Ministerio al parecer desconfía). Evaluar es otra cosa: es detectar —a tiempo— qué está funcionando y qué no para poner remedio temprano a los problemas.
No es este el caso. La administración se lava públicamente las manos de cualquier responsabilidad en el proceso: “El principal objetivo de esta reforma es mejorar la calidad educativa partiendo de la premisa de que esta debe medirse en función del output (resultados de los estudiantes) y no del input (niveles de inversión, número de profesores, número de colegios, etc.)”. Para dar —añadimos nosotros— más complementos de hierro a quien más hierro tiene. Esto es, sencillamente, hacer dejación de la responsabilidad de educar. Negar la educación.
Ojalá fuera cierto, como rezaba la nota de prensa con que fue presentada, que la reforma que se plantea pretende ser gradualista, prudente y basada en el sentido común”. Habremos de confesar que hasta el momento no hemos visto sino imprudencia, precipitación y una pavorosa falta de sentido común. Confiamos en que sea cierta la voluntad de diálogo con la comunidad educativa, porque una Ley de Educación no debiera aprobarse, pese a lo afirmado por José Ignacio Wert en el Campus FAES 2012, con consenso o sin consenso y además contrarreloj.
Y mientras tanto, sigamos hablándoles a nuestros jóvenes de la necesidad de “incentivar el esfuerzo” mientras nos peleamos en público por instalar Eurovegas a la vuelta de la esquina.
Frenemos esto. Todo esto.
Guadalupe Jover es profesora de educación secundaria y socia de Ciudadan@spor la Educación Pública.
http://elpais.com/elpais/2012/07/24/opinion/1343140089_950224.html

Ética en la escuela


Formar ciudadanos responsables es el único modo de contar con buenos profesionales


Dicen algunos expertos en estos temas que las gentes formulamos juicios morales por intuición, que no tenemos razones y argumentos para defenderlos, sino que tomamos posiciones en un sentido u otro movidos por nuestras emociones. Tratan de comprobarlo, por ejemplo, con lo que llaman “males sin daño”, como es el caso de una persona que promete a su madre moribunda llevarle flores al cementerio si muere y, una vez muerta, no cumple su promesa. ¿Ha obrado moralmente mal? La madre no sufre ningún daño y, sin embargo, la mayoría de la gente está convencida de que está mal obrar así, pero no saben por qué. Y esta es la conclusión que sacan los expertos en cuestión: las gentes asumimos unas posiciones morales u otras sin saber por qué lo hacemos, nos faltan razones para apoyarlas. Cuando lo bien cierto es que en nuestras tradiciones éticas podemos espigar razones más que suficientes para optar por unas u otras, aunque se trate de cuestiones nuevas. Conocer esas tradiciones y aprender a discernir entre ellas es, pues, de primera necesidad para asumir actitudes morales responsablemente, para poder dialogar con otros sobre problemas éticos y para innovar.
Esto no se consigue en un día, por arte de birlibirloque, sino que requiere estudio, reflexión, diálogo abierto. Ese era el propósito de una asignatura, presente en el currículum de 4º de la Enseñanza Secundaria Obligatoria desde hace casi un par de décadas. Se llamó primero Ética. La vida moral y la reflexión ética, ahora lleva el nombre de Educación ético-cívica, y en su honor hay que decir que ha permanecido en su lugar a través de los cambios políticos. Sólo antes de que naciera se planteó el problema de si la ética era una alternativa a la religión, o si más bien era común a todos los alumnos, mientras que la religión quedaba como optativa. Afortunadamente, esta segunda fue la solución, y desde entonces ningún grupo social y ningún partido político han puesto en cuestión su presencia en la escuela.
Es lamentable, pues, que desaparezca en el Anteproyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa, cuando la calidad debería consistir sobre todo en formar personas y ciudadanos capaces de asumir personalmente sus vidas desde los valores morales que tengan razones para preferir, no solo en que los alumnos adquieran competencias y conocimientos para posicionarse en el mundo económico. Si se trata de “lograr resultados”, como dice a menudo el anteproyecto, ayudar a formar una ciudadanía responsable es un resultado óptimo y además es el único modo de contar con buenos profesionales.
Un buen profesional no es el simple técnico, el que domina técnicas sin cuento, sino el que, dominándolas, sabe ponerlas al servicio de las metas y los valores de su profesión, un asunto que hay que tratar desde la reflexión y el compromiso éticos. Justamente la crisis ha sacado a la luz, entre otras cosas, la falta de profesionalidad en una ingente cantidad de decisiones, el exceso de profesionales que utilizaron técnicas como las financieras en contra de las metas de la profesión, en contra de los clientes que habían confiado en ellos.
En un sentido semejante se pronuncia el economista Jeffrey Sachs al afirmar al comienzo de su último libro, El precio de la civilización, que “bajo la crisis económica americana subyace una crisis moral: la élite económica cada vez tiene menos espíritu cívico”. Y lleva razón, nos está fallando la ética, esa dimensión humana que no solo es indispensable por su valor interno, sino también porque ayuda a que funcionen mejor la economía, la política y el conjunto de la vida social. Hace falta, pues, en la educación una asignatura que se ocupe específicamente de reflexionar sobre los problemas morales, conocer las propuestas que nuestras tradiciones éticas han aventurado, y argumentar y razonar sobre ellas para acostumbrarse a adoptar puntos de vista responsablemente.
Claro que una modesta asignatura no basta, que no es la píldora de Benito que resuelve todos los problemas, pero una sociedad demuestra que una materia le parece indispensable para formar buenos ciudadanos y buenos profesionales cuando le asigna un puesto claro en el currículum educativo, no cuando la diluye en una supuesta “transversalidad”, que es sinónimo de desaparición. Y más si ese puesto es el que ahora tiene, 4º de la ESO, un momento crucial en el proceso educativo.
Una sociedad no puede renunciar a transmitir en la escuela su legado ético con toda claridad para que cada quien elija razonablemente su perspectiva, porque es desde ella desde la que podemos juzgar con razones sobre la legitimidad de los desahucios en determinadas ocasiones, sobre la obligación perentoria de cumplir los objetivos de desarrollo del milenio, sobre la injusticia de que las consecuencias de las crisis las paguen los que no tuvieron parte en que se produjeran, sobre la urgencia de generar acuerdos en nuestro país para evitar una catástrofe, sobre la indecencia de dejar en la cuneta a los dependientes y vulnerables. Es desde esa dimensión de todo ser humano llamada vida moral desde la que se decide todo lo demás, una dimensión que es personal e intransferible, pero tiene que ser también razonable.
Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
http://elpais.com/elpais/2012/11/23/opinion/1353664266_768081.html