sábado, 9 de octubre de 2010

Inconsciente poderoso


Ana Cuéllar. 2010
El nuevo inconsciente
La simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal se llama sincronicidad
Carl Gustav Jung
Aunque la palabra inconsciente forma parte del lenguaje coloquial estamos aun lejos de comprender su significado, puesto que remite al menos a tres acepciones:
Un inconsciente procedural que vendría a ser un depósito de algoritmos relacionado con los aprendizajes motores y cuyo mecanismo de almacenamiento tendría que ver con arcos reflejos elementales entre neuronas que aprendieron por facilitación a reclutarse juntas. No sabemos sin embargo el por qué determinados arcos reflejos son totalmente inconscientes (como por ejemplo la regulación de la tensión arterial) mientras otros son en parte conscientes y en parte inconscientes como la respiración o la micción.
Un inconsciente, llamémosle así, freudiano, en honor al maestro que lo descubrió y que seria algo así como el lugar donde ocultar los recuerdos desagradables o las emociones petrificadas, junto con los “impulsos inaceptables” que estuvieran o no previamente en la conciencia les acompañaron alguna vez. Seria un inconsciente individual, una especie de memoria individual poblada de recuerdos, olores, imágenes y cancioncillas de nuestra infancia, lugar donde formamos nuestros primeros emparejamientos entre experiencias y aprendimos patrones condicionados por la repetición.
Carl Gustav Jung nos adelantó ya hace tiempo que existía además un inconsciente colectivo, común a toda la especie humana, algo así como un depósito de contextos denominados por él, arquetipos.
El inconsciente es muy probablemente el cerebro más antiguo que conocemos y relacionado con las estructuras reptilianas del mismo y que antecedió a la conciencia en eones de tiempo, eso parece desprenderse de los datos filogenéticos y evolutivos de los que disponemos: antes fue el arco reflejo, luego el ganglio simpático y posteriormente la centralización con la emergencia de cerebros únicos o protocerebros múltiples en posición cefálica.
Que sea más antiguo que la conciencia -y recordando la máxima evolutiva de que la evolución no puede ir marcha atrás-, lo lógico es suponer que inconsciente y consciente están perfectamente ensamblados.
Pero volveríamos a caer en un error si supusiéramos al inconsciente como un cuasiórgano y a buscarle acomodo anatómico. Semejante error también ha contaminado a muchos estudiosos de la conciencia . La idea principal que quiero defender: la conciencia está diseminada por todo el cerebro y no solo en una parte de él y es el resultado del funcionamiento unitario del mismo, -a lo que añado: y también el resto del cuerpo- lo que hace emerger la conciencia.
La idea fundamental es ésta:
Ni la consciencia ni el inconsciente tienen una ubicación concreta porque son fenómenos no locales, es decir se situan por afuera del espacio y del tiempo, carecen de localización espacial y se encuentran en todas y cada una de las células de nuestro cuerpo manteniendo conexiones no locales con otras consciencias e inconscientes.
Así, la consciencia(con s) y la conciencia (sin s) como la inconsciencia, son fenómenos inseparables una está presente durante la vigilia y la otra está presente en los sueños.
Son precisamente el dormir y los ensueños los que nos han brindado pistas acerca de esta cuestión.
¿Para qué soñamos?
Dormimos para dejar de pensar y soñamos para pensar las cosas de otra manera.
Las pistas que nos brindan los ensueños son clarificantes, existen al menos tres clases
Hay sueños por asi decir ingenuos donde repetimos o reeditamos mentalmente los sucesos del dia y parece que sirven para borrar ciertas cadenas redundantes de nuestra memoria de trabajo. Son los más frecuentes. Operan igual que nuestra mente condicionada: por continuidad y contigüidad.
Hay sueños creativos donde hacemos una cierta gestión de una información nueva y la ponemos a disposición de lo ya conocido tratando de buscar acomodo en las cadenas significantes de la nueva información encontrando la mayor relevancia contextual. Operan como nuestra mente creativa situacional.
Existen si embargo sueños, llamados arquetípicos que no dependen de la información conocida sino que el durmiente parece que compone un guión o una partitura sin saber nada de música. Este tipo de sueños segun Jung llamados arquetípicos, nos conectan con algo no local, con algo colectivo, algo que se sitúa por afuera del tiempo y que se encuentra presidido por la acausalidad, es decir por procesos aun mal conocidos que se emparejan por el sentido como sucede con el fenómeno discutido de la sincronicidad. Operan como nuestra mente supramental.
De donde se desprende la idea fundamental:
Conectarse con el inconsciente colectivo, es decir con los contextos de las cosas puede hacerse a través de la mente supramental en estado de vigilia y a través de los sueños arquetípicos mientras se sueña, son modos equivalentes de emplear la conciencia. Existe un canal de no localidad entre sucesos que son accesibles a través de ciertas operaciones mentales que pueden estar detrás tanto de la sanación mente-cuerpo (causación descendente) como del conocimiento contextual común a nuestra especie.
El inconsciente definitvamente es un poderoso aliado y lo será más cuando aprendamos a utiizarlo en nuesto beneficio manteniendo la conexión con esa base de datos universal que llamamos inconsciente colectivo: ya lo hacemos -con nuestro inconsciente doméstico- para tomar decisiones importantes, sólo hay que perderle el miedo a ese constructo que hasta ahora ha sido percibido como un homúnculo que conspiraba en nuestra contra como si tener un inconsciente fuera la prueba de que hemos perdido autonomia.
Sencillamente nunca la tuvimos: Schopenhauer lo intuyó y Freud lo demostró aunque mostrándonos su cara mas desgradable.
Paco Traver en:http://pacotraver.wordpress.com/2010/07/09/el-nuevo-inconsciente/

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