viernes, 10 de agosto de 2012
La ciencia del silencio, cada vez más recomendada
La meditación le hace bien al cerebro
Son numerosos y variados los estudios científicos que demuestran los beneficios de la meditación, práctica de origen oriental que, además, promueve la trascendencia espiritual.
“El zen es tu rostro original; no hay ningún otro zen que estudiar. Ni tampoco hay nada que ver o escuchar, la totalidad de este ver y escuchar es el zen” (Ming-pen, 1263-1323)
La palabra zen proviene del chino chan, y del sánscrito dhyāna (meditación). Esto marca el recorrido geográfico y temporal de una disciplina milenaria fundada por Sidharta Gautama (557-487 a.c.), conocido como “Buda” -”el iluminado”-, quien abandonó su reino en la India para buscar una forma de liberarse del sufrimiento humano y encontrar la verdad espiritual.
Dentro de la medicina y cultura occidentales, figuras como Carl G. Jung, Karen Horney o Erich Fromm estudiaron el tema. También, famosos como Steve Jobs, Richard Gere, David Lynch o Paul McCartney han sido entusiastas difusores de la meditación.
La meditación ya ingresó formalmente en la medicina. En 2007, una encuesta anual de salud del Gobierno de EE.UU. reveló que el 9,4% de los estadounidenses había practicado la meditación en el último año por indicación médica.
Quien lo haya experimentado sabe que el cuerpo no está ajeno a este fenómeno. El maestro Taisen Deshimaru decía que podía saber el “estado de espíritu” de una persona con sólo mirar su postura al meditar, y también hablaba de pensar y percibir con el cuerpo como características de una correcta meditación.
En los últimos años, gran parte de las universidades más prestigiosas del mundo han estudiado la meditación a través de metodologías científicas estrictas y con resultados sorprendentes.
Un estudio comparó los efectos preventivos del ejercicio moderado y la meditación de atención plena (mindfulness) sobre las infecciones respiratorias, tales como el resfrío y la gripe.
“Los resultados son notables y observamos una reducción del 40 al 50% en las infecciones respiratorias”, señaló el doctor Bruce Barrett, profesor asociado de medicina familiar en la Universidad de Wisconsin-Madison y autor principal del estudio publicado en Annals of Family Medicine.
Investigadores de la Universidad de Sidney, Australia, analizaron más de 350 personas que practicaron técnicas de meditación durante más de dos años y compararon su salud con la de quienes no practicaban. Quienes meditaban resultaron un 10% más sanos que otros, según lo publicado en la revista Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine.
Un grupo de la Universidad Wakeforest (en Carolina del Norte, EE.UU.) publicó en The Journal of Neuroscience que unos minutos de meditación, incluso sin ninguna experiencia previa con esta técnica, pueden tener un amplio efecto contra el dolor (superior en algunos casos a los de analgésicos y opiáceos clásicos, como la morfina).
Las resonancias magnéticas mostraron un descenso de la actividad en un área implicada en la intensidad del dolor, al tiempo que aumentaba en otras regiones que procesan la información que llega al cerebro desde el área dolorida.
Las ondas cerebrales son constantes cuando estamos mentalmente activos, descansando o durmiendo; el cerebro siempre tiene algún nivel de actividad eléctrica.
Un estudio en el que participó la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) sobre meditación no dirigida, demuestra que las ondas theta (ondas lentas) fueron más abundantes en las regiones anterior y media del cerebro. “Aquí se encuentra una diferencia significativa entre la meditación y la relajación, sin ninguna técnica específica”, subraya Jim Lagopoulos, autor del estudio.
Las técnicas de meditación modifican significativamente la proporción de ondas theta y alfa, más que la relajación regular, de manera similar, quizás, a los métodos basados en la atención o concentración.
Otras evidencias
Bruce O’Hara, biólogo de la Universidad de Kentucky, sometió en 2008 a una serie de voluntarios a pruebas de agilidad mental antes y después de dormir, meditar, leer y conversar. Sólo los que habían meditado mejoraron su puntuación (un 10%), mientras que los que durmieron obtuvieron peores resultados.
En un estudio publicado en Psychiatry Research: Neuroimaging, un equipo liderado por investigadores del Massachusetts General Hospital confirmaron que participar en un programa de meditación de 8 semanas puede provocar cambios positivos mensurables en la memoria, la empatía, el estrés y la conciencia de sí mismo.
“Los cambios en la estructura del cerebro pueden ser la base de los beneficios cognitivos y psicológicos de la meditación, no sólo por la relajación”, dice Sara Lazar, doctora en filosofía, autora principal del estudio.
Estudios previos encontraron un engrosamiento de la corteza cerebral en áreas asociadas con la atención y la integración emocional, un aumento de la densidad de materia gris en el hipocampo, conocido por su importancia para el aprendizaje y la memoria, y en las estructuras asociadas a la auto-conciencia, la compasión y la introspección.
“Se ha informado que la meditación mejora la recuperación rápida de los recuerdos”, apuntó Catherine Kerr, de la Facultad de medicina de la Harvard.
Los que meditaban filtraban las distracciones más rápidamente, lo que podría explicar su capacidad superior de recordar e incorporar nuevos datos rápidamente. Modulaban mejor las ondas cerebrales luego de un curso de ocho semanas, en comparación con un grupo control que no meditó.
Estos datos pueden ayudar a la gente a regular mejor los ritmos cerebrales en el trastorno por déficit de atención y otras afecciones, aseguró en el comunicado de prensa del estudio que aparece en la revista Brain Research Bulletin.
Ver u “oír” a nuestro cerebro
El neurofeedback es una técnica que permite enseñar al cerebro a obtener y mantener un estado deseado. Con la tecnología digital, estos instrumentos han ido evolucionando y hoy nos permiten evaluar diferentes patrones de ondas cerebrales en nuestro consultorio.
Con la ayuda de una computadora, el propio paciente puede ver (u “oír”) su actividad eléctrica y verificar si está haciendo lo correcto.
En un estudio publicado en The Journal of Alternative and Complementary Medicine, efectuado en el Institute for Frontier Science de Oakland, concluyeron que la amplitud de las ondas gamma (rápidas) en la corteza prefrontal involucraría emociones positivas de felicidad y amor, junto con la reducción del estrés. Y que los meditadores, durante una sesión de neurofeedback, lograr mayores incrementos en las ondas gamma de la región prefrontal que los controles.
Aunque la meditación puede ayudarnos a tener menos dolor, menos resfríos o a dar mejores exámenes, no olvidemos que en su origen está implícita la trascendencia.
Vale recordar la frase de Kao-feng: “El mundo entero es un pozo de fuego; ¿cuál es el estado mental que al alcanzarlo te impide ser abrasado?”
También, la de Hsueh-yen: “Si la mente no está agitada, eso es la disciplina; si la mente permanece impasible, eso es la concentración; si la mente no está obnubilada, eso es la introspección.
El autor es médico profesor asociado de Epidemiología, en la Universidad del Salvador, y de Salud Pública, en la Universidad Austral. Desarrolla estudios y promueve la divulgación científica en Salud y Calidad de Vida, http://wellnessuptodate.blogspot.com.ar
http://es.sott.net/articles/show/15168-La-ciencia-del-silencio-cada-vez-mas-recomendada
Visto en: http://maestroviejo.wordpress.com/
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario