Padres y docentes están preocupados y no les faltan razones. Cada pocos días se anuncia un nuevo recorte que o bien cercena la calidad de la enseñanza o bien impone nuevas cargas sobre los profesores o los ciudadanos. Un día se anuncia el cierre de escuelas rurales en Castilla-La Mancha y otro la imposición de una nueva tasa a la Formación Profesional superior en Cataluña. A la inquietud que provoca la reducción de plantillas y presupuestos se une la forma indiscriminada en que se aplican los tijeretazos. La necesidad de hacer frente a la caída abrupta de los ingresos fiscales por causa de la crisis podría ser una oportunidad para racionalizar el gasto en aquellos procesos en los que es posible mejorar la eficiencia, pero no es este el modo en que se procede. Más bien lo que se observa es una aplicación desesperada y lineal de la tijera allí donde resulta más fácil cortar, sin tener en cuenta cómo afectará a la calidad de la enseñanza.
Las peores consecuencias están aún por llegar: será el curso que viene cuando se vea el verdadero alcance del recorte de plantillas y hasta dónde llega la masificación en las aulas. Será también el próximo curso cuando las familias tengan que hacer frente al incremento de las tasas universitarias o de las cuotas de las guarderías. Y no parece que el encogimiento general del sistema educativo vaya a ser transitorio. En el informe sobre Actualización del programa de estabilización enviado por el Gobierno a Bruselas se prevé que el gasto público en educación descienda de aquí a 2015 nada menos que un punto del PIB, es decir, desde el actual 4,9% al 3,9%.
¿Es esta la única forma de afrontar la crisis, como pretende el Gobierno? Desde luego que no. Siempre se ha dicho que la educación es la mejor inversión de futuro. Ahora también. El nuevo presidente de Francia, François Hollande, acaba de ganar las elecciones con un programa que prevé contratar en cinco años a 60.000 profesores, aumentar su remuneración y aplicar medidas de mejora de la calidad con el objetivo de reducir a la mitad el fracaso escolar. Esa es otra vía posible. No se trata solo de afrontar la crisis, sino de buscar la forma de salir de ella reforzados. Y no es invirtiendo menos en educación sino invirtiendo más y mejor como lo lograremos.
http://elpais.com/elpais/2012/05/20/opinion/1337539757_624831.html
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