lunes, 23 de marzo de 2015
viernes, 13 de marzo de 2015
El Ojo en el Cielo: La conexión magnética entre el Sol y la glándula pineal
SOBRE LA INFLUENCIA DE LAS TORMENTAS SOLARES EN LA PSICOBIOLOGÍA HUMANA, LOS NEUROTRANSMISORES QUE SECRETA LA GLÁNDULA PINEAL, EL SIMBOLISMO DEL TERCER OJO, SU RELACIÓN CON EL SOL Y EL MISTERIO DEL OJO EN LA PIRÁMIDE.
POR: ALEJANDRO MARTINEZ GALLARDO - 24/07/2012
La
relación entre la glándula pineal y el Sol es un emblema de la
relación entre el hombre y el cosmos. Probablemente uno de los
ejemplos más estimulantes y significativos del principio hermético
más citado en el ámbito de la esoteria: “cómo arriba, es abajo”
(la holofrástica de la existencia). Un principio de correspondencia
que pese a ser el fundamento cognitivo de la “ciencia” antes de
la ciencia, es decir de los padres de la ciencia (de personajes como
Paracelso, Giordano Bruno y el mismo Isaac Newton, quien hizo una
traducción de la Tabla Esmeralda), ha sido relegado al terreno de
la superstición o del pensamiento mágico; relumbrando herejía en
la estructura racional de la mente científica. Sin embargo, hoy en
día tenemos evidencia “científica” que sugiere
convincentemente que el cosmos –”el mundo de las esferas”—tiene
una influencia en la psicobiología humana. Y la clave para
entender esta “influencia”, no ya sólo desde el plano simbólico
de la astrología, es la glándula pineal, ese gran misterio de la
psique.
Este
acercamiento a este enigmático tema –sin duda una de las vetas
centrales del misticismo humano—viene a colación de las recientes
tormentas solares que han estado arribando al planeta con renovada
intensidad, como generalmente ocurre en julio, pero marcando esta
vez una especie de despertar dentro del ciclo de 11 años de nuestra
estrella central. La posibilidad de que nuestro estado de ánimo e
incluso nuestro estado de salud general se vea afectado por una
emanación de partículas energéticas en el Sol hace algunos años
les habría parecido como una aberración o un anatema a la mayoría
de los científicos; hace cientos de años, les habría parecido
como algo completamente natural e ineludible. Hoy en día algunos
estudios, y sobre todo un entedimiento del funcionamiento de los
campos magnéticos y de la glándula pineal, muestran claramente que
las llamadas tormentas solares inciden en nuestro estado de ánimo y
en nuestro comportamiento.
El
efecto de las tormentas solares en tu cerebro
El
prestigioso sitio de divulgación científica New Scientist publicó
hace 4 años un artículoen
el que se citan una serie de estudios que investigan la relación
entre las tormentas solares, el geomagnetismo y el comportamiento
humano. Particularmente interesante es el trabajo del científico
ruso Oleg Shumilov, quien, partiendo de la premisa de que muchos de
los animales son sensibles a los campos magnéticos (¿y por qué no
el ser humano?), investigó la afectación del geomagnetismo en la
psique humana. Shumilov correlacionó datos de la actividad
geomagnética de 1948 a 1997 y descubrió que durante los picos de
actividad, de marzo a mayo, en julio y en octubre –detonados por
tormentas solares– había un incremento paralelo en el número de
suicidios en la ciudad de Kirovsk (un estudio en Australia y otro en
Sudáfrica replicó el hallazgo de Shumilov).
Otro
estudio, realizado por Michael Rycroft, ex director de la Sociedad
Europea de Geociencias, encontró una correlación entre
perturbaciones cardiovasculares y perturbaciones geomagnéticas.
Según Rycroft, problemas de salud geomagnéticos afectan hasta al
15% de las personas (así que tal vez tú seas una de ellos, por si
querías descubrir el algoritmo de causas y efectos que determinan
tu estado de salud actual).
Tal
vez no sea la Luna (o por lo menos no sólo ella), también
magnética, la que nos altera las hormonas y desquicia. Un estudio
publicado en el British Journal of Psychiatry (todos estos estudios
pueden ser consultados en el link
a New Scientist)
muestra un incremento del 36.5% en hombres admitidos a un hospital
por depresión en la semana posterior a una tormenta geomagnética.
¿Cómo
es que estas llamaradas solares, también responsables de los
sublimes fuegos de plasma de las auroras, nos afectan tanto?
Al parecer se debe a que alteran nuestra producción de melatonina,
un neurotransmisor que se produce en la glándula pineal,
responsable de regular nuestro patrones de sueño y biorritmos.
Según la psiquiatra de la Universidad de Columbia, Kelly Posenr, la
actividad geomagnética puede “desincronizar los ritmos
circadianos y la producción de melatonina”.
La
glándula pineal es una glándula endócrina que yace entre los dos
hemisferios cerebrales, a la altura del entrecejo. Aunque no se
conoce bien a bien su funcionamiento –hasta hace poco más de 50
años se pensaba que era un excedente de la evolución sin una
función determinada, acaso solamente el centro de numerosas
especulaciones. Hoy sabemos que por lo menos produce
melatonina, una hormona cuya producción se ve afectada por la luz.
La oscuridad, por ejemplo, hace que se secrete melatonina –y es
por esto que nos es más fácil dormir en la oscuridad (pero en
realidad diferentes longitudes de onda de luz hacen que se secrete
melatonina en diferentes frecuencias). Esta hormona juega un papel
también en el trastorno afectivo estacional (“la depresión
invernal”); interactúa con el sistema inmunológico, tiene
propiedades de antienvejecimiento y sirve como antioxidante.
Si
bien es importante recalcar que para la ciencia actual la glándula
pineal es todavía una región relativamente inexplorada, sabemos
que contiene vestigios de una retina y parece operar como
transductor magnético. Las células pinealocitas en muchos
vertebrados no-mamíferos son similares a las células de la retina
(algunos reptiles cuentan con un tercer ojo parietal fotosensible
que les permite usar al Sol como compás; las
aves son capaces de “ver” el campo magnético a través de
fotorecpetores que se encuentran en la glándula pineal ).
Algunos científicos creen que las células pineales en todos los
vertebrados comparten un ancestro evolutivo en común con las
células retinales (no es quizás casualidad que la glándula pineal
históricamente sea identificada con “el tercer ojo” o con un
ojo dormido, literalmente parece que es un tercer ojo dormido).
Aunque
las producción de melatonina en la glándula pineal podría estar
determinada por una conexión con los nervios ópticos, es
interesante explorar la posibilidad de que esta pequeña glándula
en forma de cono de pino tenga, en sí misma, una cierta capacidad
fotoreceptora y magnetorecpetora. Recientemente se ha descubierto la
presencia de minerales ferromagnéticos (es decir que pueden actuar
como magnetos) en la glándula pineal. Un estudio
realizado en la Universidad de Ben Gurion,
en Israel, encontró la presencia de microcristales de calcita en la
glándula pineal. Los autores del estudio señalan que “estos
cristales podrían ser responsables de una transducción biológica
electromagnética”, lo que es sugerido por su “estructura y
propiedades piezoeléctricas”. ¿Son estos minerales los que
interactúan con los campos geomagnéticos producidos por la lluvia
de fotones del Sol que choca con la atmósfera de la Tierra?
Por
otro lado, el Dr. Andrew Nichols ha determinado una
correlación entre la actividad geomagnética y la perececpión de
fenómenos paranormales.
La
percepción del Sol Invisible
Hasta
ahora hemos visto, desde una perspectiva científica, que la
glándula pineal, a través de una sensibilidad –no del todo
entendida– a los campos magnéticos, convierte la luz del sol en
un determinado estado mental. Aquello que se genera a millones de
kilómetros de distancia en la corona de una estrella acaba siendo
parte de nuestra modulación psíquica (el Sol se convierte en tus
pensamientos). Esto, a grandes rasgos, parece ser un razonamiento
científicamente intachable. Esto de manera más sutil, es
justamente lo que la filosofía mística (o ciencia oculta) lleva
diciendo miles de años.
Si
bien el descubrimiento de la afetación psicobiológica a los
fenómenos astronómicos es una incipiente, y aún controversial,
línea de estudio en la ciencia moderna, antiguamente incluso se
tenía una disciplina específicamente dedicada a estudiar la
patología humana y su relación con eventos astronómicos y
movimientos planetarios (más allá de la astrología): las
iatromatemáticas
Que
la glándula pineal podía ser un órgano para percibir una luz
invisible (un campo magnético, por ejemplo) fue claramente atisbado
por el pensamiento védico. En los Upanishads se habla del ser
humano como una entidad compuesta por 10 puertas. Nueve de ellas
(los ojos, las fosas nasales, los oídos, la boca, la uretra, y el
ano) llevan hacia fuera, a la percepción del mundo exterior. La
décima puerta, el tercer ojo (ubicado en el ajna chakra, en
el entrecejo, en el caso de Shiva, entre una guirnalda de
serpientes) es el puerto de acceso a los mundos interiores (al decir
interiores la referencia es a las habitaciones interiores de la
mansión de la mente de Dios, donde yacen los mundos superiores, las
dimensiones astrales). El tercer ojo es siempre, a través de
diversas culturas, la apertura divina –la visión holográfica–
dentro del ser humano.
En
el Bhagavad Gita se habla de la apertura de esta puerta en el
momento cúlmen:
Aquel
que en el momento de la partida no distrae su mente y su amor,
estando en el Yoga (en fusión con Ishvara [el Sol detrás de la
oscuridad], con el Dios Creador, la Conciencia Primordial), quien
abre el pasaje de energía entre los ojos – aquel obtiene el más
Alto Espíritu Divino.
Según
la filosofía vedántica advaita, el ser humano proyecta sus propios
atributos en el Brahman, el supremo espíritu cósmico, de suyo
inconmensurable. La aparición del infinito Brahman en la finita
mente humana es conocida como Ishvara, también representado en el
Bhagavad Gita como el Sol. De aquí es posible extrapolar una
relación intrínseca en la recurrente representación de la
divinidad como el Sol en la mente humana, de la luz como lo divino.
La
evolución religiosa de esta relación entre la glándula pineal y
el Sol (una relación del hombre como imagen de Dios) tiene un claro
hito en Egipto. Aquí tenemos una serie de repersentaciones que
parecen indicar que los egipcios tenían conocimientos de la
glándula pineal asociados con un tercer ojo, u ojo espiritual. Por
una parte tenemos la representación como un ojo único de Horus, el
dios del Sol, hijo de Osiris e Isis (“el hijo del nuevo eón”) y
como tal símbolo de la fusión de los opuestos –al igual que la
glándula pineal yace en el centro del cerebro, entre los
hemisferios y entre los dos ojos. Este símbolo parece haber
evolucionado en el símbolo cristiano del Ojo de la Providencia
(recordemos que Cristo es un avatar arquetípico de Osiris) y en el
masónico del Ojo en la pirámide destruncada (el Ojo que Todo lo
Ve). Ahí mismo tenemos el báculo de mando de Osiris, en el cual
aparece un cono de pino con dos serpientes entrelazadas. Sin duda
uno de los símbolos más poderosos de la historia, evocando el
conocimiento, la medicina y la alquimia –quizás en un
preclaro atisbo, justamente a través de la visión interna, del
ADN—y posiblemente también a la serpiente kundalini (una conexión
entre Shiva y Osiris), la energía vital que se eleva desde los
genitales hasta el trecer ojo y la coronilla, a su paso encendiendo
y depurando los centros energéticos.
El
cono de pino al parecer es un símbolo de la glándula pineal,
activada a través del encauzamiento de la energía kundalini. La
forma conífera de esta glándula hizo que se le llamara “pineal”
o relativa al pino, según fue acuñado por el médico griego
Galeno. La presencia del cono de pino puede observarse en el
báculo del Papa y en la misma Plaza de San Pedro, donde una inmensa
estatua de cono
de pino está rodeada de unos pavorreales (aves relacionadas con la
divinidad en Egipto). Estos dos símbolos, el cono de pino y el ojo
en un triángulo, aparecen en numerosas iglesias y templos alrededor
del mundo. Por ejemplo, en la Catedral de la Ciudad de México puede
observarse el Ojo de la Providencia en más de un altar y en los
motivos pineales, que para el observador incauto podrían
confundirse como meras decoraciones, en la estructura de la nave.
Aunque también habría que decir que en la espiral que forman los
conos de pino se ha observado la secuencia Fibonacci y la proporción
del número áureo, así que además de esta connotación esotérica,
tiene una armonía estética que podría atraer sin la necesidad de
una significación oculta.
Es
curioso que el padre del racionalismo –esa filosofía
eminentemente atomista y dualista–, Rene Descartes, haya
entrevisto, en lo que para sus críticos fue un delirio, un centro
unitario espiritual en el cerebro humano. Descartes famosamente
designó la glándula pineal como el asiento del alma. La paradoja
es doble, el hombre que concibió el racionalismo (después de un
revelador sueño) usó lo que a la postre parece ser más la
intuición que el pensamiento racional para ubicar el tercer ojo. En
todos los demás sitios Descartes encontraba la dualidad, menos en
esta glándula pineal, la cual describió como una flama pura que
era llenada por espíritus animales y la cual integraba la
percepción humana. Este “gran error” de la anatomía filosófica
de Descartes hoy en día parece como un destello de genio.
No
pretendemos aquí comprobar la existencia del alma humana o que ésta
se encuentra en la glándula pineal; sí buscamos formar conexiones
significativas que inspiren a la exploración del simbolismo y del
sentido de nuestra vida dentro del misterio. En este espíritu es
interesante traer a colación el trabajo del Dr. Rick Strassman, una
de las pocas personas que ha podido realizar estudios con
dimetiltriptamina (DMT), una poderosa molécula de acción
psicodélica que, según este médico de la Universidad de Nuevo
Mexico, podría ser secretada por la glándula pineal y podría ser
responsable de detonar lo que se conoce como experiencias cercanas a
la muerte. Hay que enfatizar en que, pese a lo que a veces se dice,
Strassman no ha probado que la glándula pineal genere DMT o que el
ser humano lo secrete, muy similar en su composición a la
serotonina, en el momento de su muerte. Sin embargo, Strassman
sugiere que la glándula pineal cuenta con todos los precursores
necesarios para generar DMT y es el asiento lógico de esta
sustancia que por otro lado, como la melatonina, parece tener una
relación con la generación de vívidas imágenes oníricas,
parafraseando a Shakespeare, parece ser la “sustancia de la que
están hechos los sueños”.
Curiosamente
la ayahuasca, “la viña de los espíritus”, está compuesta de
dos plantas que parecen tener alcaloides que son secretados de
manera natural en la glándula pineal. Por una parte la chacruna, la
planta que contiene DMT, y por otro lado la liana Banisteriopsis
caapi, que
contiene alcaloides conocidos como beta-carbolinas, los cuales
actúan como inhibidores de la monamina oxidada y hacen activo el
DMT vía oral. Alcaloides beta-carbolinas como la pinolina y la
triptolina se forman en la glándula pineal de manera natural.
Chamanes y sanadores que utilizan ayahuasca sostienen que sus
visiones no son alucinaciones, ¿acaso esto se debe a que
químicamente se consigue activar el tercer ojo en la glándula
pineal?
Esta
relación entre los espíritus y la glándula pineal tiene otra
conexión, que para algunos podría ser solo una casualidad, pero
que para otros apunta a que lo que decía Descartes podría ser una
inesperada verdad metafísica. En los textos del Bardo Thodol (o
Libro Tibetano de las Muerte) se dice que el alma reside en el mundo
intermedio (en el bardo) por 48 días y en el día 49 reencarna en
el feto humano. Aparentemente la glándula pineal puede ser
detectada el día 49 en el feto humano, más o menos el mismo
tiempo al que se puede observar por primera vez los genitales de un
bebé. Esto ha sido tomado, de manera especulativa y sin base
científica, como una especie de guiño de que es a través de la
glándula pineal que el alma –o aquella porción divina que posee
al cuerpo—entra al mundo. De cualquier manera merece una
investigación más profunda.
Buena
parte de las prácticas de meditación que conocemos, inundadas sin
duda de la filosofía new age que transforma las viejas tradiciones
en cómodas versiones pop que se ajustan a nuestra idiosincracia
moderna occidental, se centran en la activación o al menos en la
concientización de la glándula pineal (tercer ojo). Proliferan
dietas, audiocassettes, canalizaciones, aparatos cuánticos y demás
parafernalia ritualística dedicada a este “santo grial” (o
micro star
gate) de
la conciencia humana (algunos incluso aseguran activar tu glándula
pineal por solo $9.99). Se habla al mismo tiempo de una supuesta
conspiración mundial para mantener esta glándula en un estado de
sopor masivo. Y ciertamente la mayoría de las personas adultas
tienen la glándula pineal calcificada –algo que ha sido observado
tempranamente en niños de hasta 2 años. Dentro de la teoría de la
conspiración se cree que esto se debe al flúor que se utiliza en
las pastas de dientes y que se ingiere en el agua potable de las
ciudades –algo que aparentemente sería hecho de manera
intencional por los Iluminati (¿quién más?) dueños celosos
del secreto del Ojo que Todo lo Ve, para negar a las masas el
poder de una glándula pineal sana (percibiendo el rostro verdadero)
y activa en un mundo fantasmagórico, más allá de la ilusión de
Maia-Matrix. No ahondaremos sobre este tema, harto complejo y
pantanoso, que suele caer en la más obtusa paranoia; el lector
puede aventurarse por su cuenta.
La
pregunta fundamental es si el tercer ojo, ubicado en la
glándula pineal, esa puerta solar secreta en el cerebro humano, es
solamente una metáfora de la iluminación (y de la aniquilación de
la dualidad) o verdaderamente un órgano en estado de duermevela que
puede activarse a través de ciertas técnicas arcanas y de una
correcta interacción con la energía electromagnética que proviene
del cosmos en la forma de fotones (la partícula que no tiene
antipartícula, unidad cuántica de la información en su estado
puro e indeterminado). Muchos de los grandes místicos de la
historia de la humanidad han hablado metafóricamente de la
iluminación haciendo referencia a un ojo que percibe lo que yace
velado y que desencadena un cambio sustancial en la conciencia
orgánica.
En
el evangelio de Mateo (6:22) se dice “La luz del cuerpo es
el ojo; de esta forma a si tu ojo es uno, todo tu cuerpo estará
lleno de luz”.
Se
le atribuye a Buda haber dicho “Oh hombre de nobleza,
recuerda el cielo puro abierto de tu naturaleza verdadera. Regresa a
él. Confía en él. Es tu hogar”, lo que se interpreta como una
metáfora de la (re)apertura del tercer ojo –también simbolizado
como una perla de luz azul.
William
Blake en su poema Augurios
de Inocencia,
donde también describe un fractal (un mundo en un grano de arena)
también habla sobre este misterioso ojo: “We are led to believe
in a lie, when we see not though the Eye”. Una mentira nos guía
cuando no percibimos con el Ojo, el Ojo que nació “cuando el alma
dormía en rayos de luz”. ¿El Ojo que ha sido secuestrado por
fuerzas oscuras?
Sir
Thomas Browne lo evoca tangencialmente en una frase que siempre me
ha parecido hermosa y enigmática: “Life is a pure flame and we
live by an invisible sun within us” (“la vida es una flama pura
y vivimos como por un sol invisible dentro de nosotros”). Ese sol
invisible, en una interpretación libre, debe de ser el ojo secreto
que participa en la luz divina.
Una
última pincelada de esta relación entre el ojo y el Sol, según
los Brahma Sutras, cuando un hombre es llevado más allá de la
muerte “la palabra se convierte en fuego e ilumina, la respiración
se convierte en viento y purifica, y el ojo se convierte en el Sol y
arde”.
El
misterio está cifrado en el lenguaje de los símbolos. La trinidad
entre el Ojo, el Sol, y Dios es uno de los andamios simbólicos más
profundos y enigmáticos. Podemos hablar mucho sobre esta
relación y hasta encontrar destellos poéticos de iluminación
verbal, pero no estaríamos más que rodeando una
representación, sembrando un laberinto. Si queremos comprender el
secreto de este misterio, tendremos que probar con nuestro propio
cuerpo abrir ese ojo interno. Todo lo demás será solamente
reciclaje metafísico en torno a un espejo, donde hay un ojo
atrapado que no puede mirarse a sí mismo. O donde alguien cuenta
una historia sobre una supuesta sociedad secreta que se hace llamar
“los Iluminados”.
Twitter
del autor: @alepholo
Visto
en: http://pijamasurf.com/2012/07/el-ojo-en-el-cielo-la-conexion-magnetica-entre-el-sol-y-la-glandula-pineal/
La
relación entre la glándula pineal y el Sol es un emblema de la
relación entre el hombre y el cosmos. Probablemente uno de los
ejemplos más estimulantes y significativos del principio hermético
más citado en el ámbito de la esoteria: “cómo arriba, es abajo”
(la holofrástica de la existencia). Un principio de correspondencia
que pese a ser el fundamento cognitivo de la “ciencia” antes de
la ciencia, es decir de los padres de la ciencia (de personajes como
Paracelso, Giordano Bruno y el mismo Isaac Newton, quien hizo una
traducción de la Tabla Esmeralda), ha sido relegado al terreno de
la superstición o del pensamiento mágico; relumbrando herejía en
la estructura racional de la mente científica. Sin embargo, hoy en
día tenemos evidencia “científica” que sugiere
convincentemente que el cosmos –”el mundo de las esferas”—tiene
una influencia en la psicobiología humana. Y la clave para
entender esta “influencia”, no ya sólo desde el plano simbólico
de la astrología, es la glándula pineal, ese gran misterio de la
psique.
Este
acercamiento a este enigmático tema –sin duda una de las vetas
centrales del misticismo humano—viene a colación de las recientes
tormentas solares que han estado arribando al planeta con renovada
intensidad, como generalmente ocurre en julio, pero marcando esta
vez una especie de despertar dentro del ciclo de 11 años de nuestra
estrella central. La posibilidad de que nuestro estado de ánimo e
incluso nuestro estado de salud general se vea afectado por una
emanación de partículas energéticas en el Sol hace algunos años
les habría parecido como una aberración o un anatema a la mayoría
de los científicos; hace cientos de años, les habría parecido
como algo completamente natural e ineludible. Hoy en día algunos
estudios, y sobre todo un entedimiento del funcionamiento de los
campos magnéticos y de la glándula pineal, muestran claramente que
las llamadas tormentas solares inciden en nuestro estado de ánimo y
en nuestro comportamiento.
El
efecto de las tormentas solares en tu cerebro
El
prestigioso sitio de divulgación científica New Scientist publicó
hace 4 años un artículoen
el que se citan una serie de estudios que investigan la relación
entre las tormentas solares, el geomagnetismo y el comportamiento
humano. Particularmente interesante es el trabajo del científico
ruso Oleg Shumilov, quien, partiendo de la premisa de que muchos de
los animales son sensibles a los campos magnéticos (¿y por qué no
el ser humano?), investigó la afectación del geomagnetismo en la
psique humana. Shumilov correlacionó datos de la actividad
geomagnética de 1948 a 1997 y descubrió que durante los picos de
actividad, de marzo a mayo, en julio y en octubre –detonados por
tormentas solares– había un incremento paralelo en el número de
suicidios en la ciudad de Kirovsk (un estudio en Australia y otro en
Sudáfrica replicó el hallazgo de Shumilov).
Otro
estudio, realizado por Michael Rycroft, ex director de la Sociedad
Europea de Geociencias, encontró una correlación entre
perturbaciones cardiovasculares y perturbaciones geomagnéticas.
Según Rycroft, problemas de salud geomagnéticos afectan hasta al
15% de las personas (así que tal vez tú seas una de ellos, por si
querías descubrir el algoritmo de causas y efectos que determinan
tu estado de salud actual).
Tal
vez no sea la Luna (o por lo menos no sólo ella), también
magnética, la que nos altera las hormonas y desquicia. Un estudio
publicado en el British Journal of Psychiatry (todos estos estudios
pueden ser consultados en el link
a New Scientist)
muestra un incremento del 36.5% en hombres admitidos a un hospital
por depresión en la semana posterior a una tormenta geomagnética.
¿Cómo
es que estas llamaradas solares, también responsables de los
sublimes fuegos de plasma de las auroras, nos afectan tanto?
Al parecer se debe a que alteran nuestra producción de melatonina,
un neurotransmisor que se produce en la glándula pineal,
responsable de regular nuestro patrones de sueño y biorritmos.
Según la psiquiatra de la Universidad de Columbia, Kelly Posenr, la
actividad geomagnética puede “desincronizar los ritmos
circadianos y la producción de melatonina”.
La
glándula pineal es una glándula endócrina que yace entre los dos
hemisferios cerebrales, a la altura del entrecejo. Aunque no se
conoce bien a bien su funcionamiento –hasta hace poco más de 50
años se pensaba que era un excedente de la evolución sin una
función determinada, acaso solamente el centro de numerosas
especulaciones. Hoy sabemos que por lo menos produce
melatonina, una hormona cuya producción se ve afectada por la luz.
La oscuridad, por ejemplo, hace que se secrete melatonina –y es
por esto que nos es más fácil dormir en la oscuridad (pero en
realidad diferentes longitudes de onda de luz hacen que se secrete
melatonina en diferentes frecuencias). Esta hormona juega un papel
también en el trastorno afectivo estacional (“la depresión
invernal”); interactúa con el sistema inmunológico, tiene
propiedades de antienvejecimiento y sirve como antioxidante.
Si
bien es importante recalcar que para la ciencia actual la glándula
pineal es todavía una región relativamente inexplorada, sabemos
que contiene vestigios de una retina y parece operar como
transductor magnético. Las células pinealocitas en muchos
vertebrados no-mamíferos son similares a las células de la retina
(algunos reptiles cuentan con un tercer ojo parietal fotosensible
que les permite usar al Sol como compás; las
aves son capaces de “ver” el campo magnético a través de
fotorecpetores que se encuentran en la glándula pineal ).
Algunos científicos creen que las células pineales en todos los
vertebrados comparten un ancestro evolutivo en común con las
células retinales (no es quizás casualidad que la glándula pineal
históricamente sea identificada con “el tercer ojo” o con un
ojo dormido, literalmente parece que es un tercer ojo dormido).
Aunque
las producción de melatonina en la glándula pineal podría estar
determinada por una conexión con los nervios ópticos, es
interesante explorar la posibilidad de que esta pequeña glándula
en forma de cono de pino tenga, en sí misma, una cierta capacidad
fotoreceptora y magnetorecpetora. Recientemente se ha descubierto la
presencia de minerales ferromagnéticos (es decir que pueden actuar
como magnetos) en la glándula pineal. Un estudio
realizado en la Universidad de Ben Gurion,
en Israel, encontró la presencia de microcristales de calcita en la
glándula pineal. Los autores del estudio señalan que “estos
cristales podrían ser responsables de una transducción biológica
electromagnética”, lo que es sugerido por su “estructura y
propiedades piezoeléctricas”. ¿Son estos minerales los que
interactúan con los campos geomagnéticos producidos por la lluvia
de fotones del Sol que choca con la atmósfera de la Tierra?
Por
otro lado, el Dr. Andrew Nichols ha determinado una
correlación entre la actividad geomagnética y la perececpión de
fenómenos paranormales.
La
percepción del Sol Invisible
Hasta
ahora hemos visto, desde una perspectiva científica, que la
glándula pineal, a través de una sensibilidad –no del todo
entendida– a los campos magnéticos, convierte la luz del sol en
un determinado estado mental. Aquello que se genera a millones de
kilómetros de distancia en la corona de una estrella acaba siendo
parte de nuestra modulación psíquica (el Sol se convierte en tus
pensamientos). Esto, a grandes rasgos, parece ser un razonamiento
científicamente intachable. Esto de manera más sutil, es
justamente lo que la filosofía mística (o ciencia oculta) lleva
diciendo miles de años.
Si
bien el descubrimiento de la afetación psicobiológica a los
fenómenos astronómicos es una incipiente, y aún controversial,
línea de estudio en la ciencia moderna, antiguamente incluso se
tenía una disciplina específicamente dedicada a estudiar la
patología humana y su relación con eventos astronómicos y
movimientos planetarios (más allá de la astrología): las
iatromatemáticas
Que
la glándula pineal podía ser un órgano para percibir una luz
invisible (un campo magnético, por ejemplo) fue claramente atisbado
por el pensamiento védico. En los Upanishads se habla del ser
humano como una entidad compuesta por 10 puertas. Nueve de ellas
(los ojos, las fosas nasales, los oídos, la boca, la uretra, y el
ano) llevan hacia fuera, a la percepción del mundo exterior. La
décima puerta, el tercer ojo (ubicado en el ajna chakra, en
el entrecejo, en el caso de Shiva, entre una guirnalda de
serpientes) es el puerto de acceso a los mundos interiores (al decir
interiores la referencia es a las habitaciones interiores de la
mansión de la mente de Dios, donde yacen los mundos superiores, las
dimensiones astrales). El tercer ojo es siempre, a través de
diversas culturas, la apertura divina –la visión holográfica–
dentro del ser humano.
En
el Bhagavad Gita se habla de la apertura de esta puerta en el
momento cúlmen:
Aquel
que en el momento de la partida no distrae su mente y su amor,
estando en el Yoga (en fusión con Ishvara [el Sol detrás de la
oscuridad], con el Dios Creador, la Conciencia Primordial), quien
abre el pasaje de energía entre los ojos – aquel obtiene el más
Alto Espíritu Divino.
Según
la filosofía vedántica advaita, el ser humano proyecta sus propios
atributos en el Brahman, el supremo espíritu cósmico, de suyo
inconmensurable. La aparición del infinito Brahman en la finita
mente humana es conocida como Ishvara, también representado en el
Bhagavad Gita como el Sol. De aquí es posible extrapolar una
relación intrínseca en la recurrente representación de la
divinidad como el Sol en la mente humana, de la luz como lo divino.
La
evolución religiosa de esta relación entre la glándula pineal y
el Sol (una relación del hombre como imagen de Dios) tiene un claro
hito en Egipto. Aquí tenemos una serie de repersentaciones que
parecen indicar que los egipcios tenían conocimientos de la
glándula pineal asociados con un tercer ojo, u ojo espiritual. Por
una parte tenemos la representación como un ojo único de Horus, el
dios del Sol, hijo de Osiris e Isis (“el hijo del nuevo eón”) y
como tal símbolo de la fusión de los opuestos –al igual que la
glándula pineal yace en el centro del cerebro, entre los
hemisferios y entre los dos ojos. Este símbolo parece haber
evolucionado en el símbolo cristiano del Ojo de la Providencia
(recordemos que Cristo es un avatar arquetípico de Osiris) y en el
masónico del Ojo en la pirámide destruncada (el Ojo que Todo lo
Ve). Ahí mismo tenemos el báculo de mando de Osiris, en el cual
aparece un cono de pino con dos serpientes entrelazadas. Sin duda
uno de los símbolos más poderosos de la historia, evocando el
conocimiento, la medicina y la alquimia –quizás en un
preclaro atisbo, justamente a través de la visión interna, del
ADN—y posiblemente también a la serpiente kundalini (una conexión
entre Shiva y Osiris), la energía vital que se eleva desde los
genitales hasta el trecer ojo y la coronilla, a su paso encendiendo
y depurando los centros energéticos.
El
cono de pino al parecer es un símbolo de la glándula pineal,
activada a través del encauzamiento de la energía kundalini. La
forma conífera de esta glándula hizo que se le llamara “pineal”
o relativa al pino, según fue acuñado por el médico griego
Galeno. La presencia del cono de pino puede observarse en el
báculo del Papa y en la misma Plaza de San Pedro, donde una inmensa
estatua de cono
de pino está rodeada de unos pavorreales (aves relacionadas con la
divinidad en Egipto). Estos dos símbolos, el cono de pino y el ojo
en un triángulo, aparecen en numerosas iglesias y templos alrededor
del mundo. Por ejemplo, en la Catedral de la Ciudad de México puede
observarse el Ojo de la Providencia en más de un altar y en los
motivos pineales, que para el observador incauto podrían
confundirse como meras decoraciones, en la estructura de la nave.
Aunque también habría que decir que en la espiral que forman los
conos de pino se ha observado la secuencia Fibonacci y la proporción
del número áureo, así que además de esta connotación esotérica,
tiene una armonía estética que podría atraer sin la necesidad de
una significación oculta.
Es
curioso que el padre del racionalismo –esa filosofía
eminentemente atomista y dualista–, Rene Descartes, haya
entrevisto, en lo que para sus críticos fue un delirio, un centro
unitario espiritual en el cerebro humano. Descartes famosamente
designó la glándula pineal como el asiento del alma. La paradoja
es doble, el hombre que concibió el racionalismo (después de un
revelador sueño) usó lo que a la postre parece ser más la
intuición que el pensamiento racional para ubicar el tercer ojo. En
todos los demás sitios Descartes encontraba la dualidad, menos en
esta glándula pineal, la cual describió como una flama pura que
era llenada por espíritus animales y la cual integraba la
percepción humana. Este “gran error” de la anatomía filosófica
de Descartes hoy en día parece como un destello de genio.
No
pretendemos aquí comprobar la existencia del alma humana o que ésta
se encuentra en la glándula pineal; sí buscamos formar conexiones
significativas que inspiren a la exploración del simbolismo y del
sentido de nuestra vida dentro del misterio. En este espíritu es
interesante traer a colación el trabajo del Dr. Rick Strassman, una
de las pocas personas que ha podido realizar estudios con
dimetiltriptamina (DMT), una poderosa molécula de acción
psicodélica que, según este médico de la Universidad de Nuevo
Mexico, podría ser secretada por la glándula pineal y podría ser
responsable de detonar lo que se conoce como experiencias cercanas a
la muerte. Hay que enfatizar en que, pese a lo que a veces se dice,
Strassman no ha probado que la glándula pineal genere DMT o que el
ser humano lo secrete, muy similar en su composición a la
serotonina, en el momento de su muerte. Sin embargo, Strassman
sugiere que la glándula pineal cuenta con todos los precursores
necesarios para generar DMT y es el asiento lógico de esta
sustancia que por otro lado, como la melatonina, parece tener una
relación con la generación de vívidas imágenes oníricas,
parafraseando a Shakespeare, parece ser la “sustancia de la que
están hechos los sueños”.
Curiosamente
la ayahuasca, “la viña de los espíritus”, está compuesta de
dos plantas que parecen tener alcaloides que son secretados de
manera natural en la glándula pineal. Por una parte la chacruna, la
planta que contiene DMT, y por otro lado la liana Banisteriopsis
caapi, que
contiene alcaloides conocidos como beta-carbolinas, los cuales
actúan como inhibidores de la monamina oxidada y hacen activo el
DMT vía oral. Alcaloides beta-carbolinas como la pinolina y la
triptolina se forman en la glándula pineal de manera natural.
Chamanes y sanadores que utilizan ayahuasca sostienen que sus
visiones no son alucinaciones, ¿acaso esto se debe a que
químicamente se consigue activar el tercer ojo en la glándula
pineal?
Esta
relación entre los espíritus y la glándula pineal tiene otra
conexión, que para algunos podría ser solo una casualidad, pero
que para otros apunta a que lo que decía Descartes podría ser una
inesperada verdad metafísica. En los textos del Bardo Thodol (o
Libro Tibetano de las Muerte) se dice que el alma reside en el mundo
intermedio (en el bardo) por 48 días y en el día 49 reencarna en
el feto humano. Aparentemente la glándula pineal puede ser
detectada el día 49 en el feto humano, más o menos el mismo
tiempo al que se puede observar por primera vez los genitales de un
bebé. Esto ha sido tomado, de manera especulativa y sin base
científica, como una especie de guiño de que es a través de la
glándula pineal que el alma –o aquella porción divina que posee
al cuerpo—entra al mundo. De cualquier manera merece una
investigación más profunda.
Buena
parte de las prácticas de meditación que conocemos, inundadas sin
duda de la filosofía new age que transforma las viejas tradiciones
en cómodas versiones pop que se ajustan a nuestra idiosincracia
moderna occidental, se centran en la activación o al menos en la
concientización de la glándula pineal (tercer ojo). Proliferan
dietas, audiocassettes, canalizaciones, aparatos cuánticos y demás
parafernalia ritualística dedicada a este “santo grial” (o
micro star
gate) de
la conciencia humana (algunos incluso aseguran activar tu glándula
pineal por solo $9.99). Se habla al mismo tiempo de una supuesta
conspiración mundial para mantener esta glándula en un estado de
sopor masivo. Y ciertamente la mayoría de las personas adultas
tienen la glándula pineal calcificada –algo que ha sido observado
tempranamente en niños de hasta 2 años. Dentro de la teoría de la
conspiración se cree que esto se debe al flúor que se utiliza en
las pastas de dientes y que se ingiere en el agua potable de las
ciudades –algo que aparentemente sería hecho de manera
intencional por los Iluminati (¿quién más?) dueños celosos
del secreto del Ojo que Todo lo Ve, para negar a las masas el
poder de una glándula pineal sana (percibiendo el rostro verdadero)
y activa en un mundo fantasmagórico, más allá de la ilusión de
Maia-Matrix. No ahondaremos sobre este tema, harto complejo y
pantanoso, que suele caer en la más obtusa paranoia; el lector
puede aventurarse por su cuenta.
La
pregunta fundamental es si el tercer ojo, ubicado en la
glándula pineal, esa puerta solar secreta en el cerebro humano, es
solamente una metáfora de la iluminación (y de la aniquilación de
la dualidad) o verdaderamente un órgano en estado de duermevela que
puede activarse a través de ciertas técnicas arcanas y de una
correcta interacción con la energía electromagnética que proviene
del cosmos en la forma de fotones (la partícula que no tiene
antipartícula, unidad cuántica de la información en su estado
puro e indeterminado). Muchos de los grandes místicos de la
historia de la humanidad han hablado metafóricamente de la
iluminación haciendo referencia a un ojo que percibe lo que yace
velado y que desencadena un cambio sustancial en la conciencia
orgánica.
En
el evangelio de Mateo (6:22) se dice “La luz del cuerpo es
el ojo; de esta forma a si tu ojo es uno, todo tu cuerpo estará
lleno de luz”.
Se
le atribuye a Buda haber dicho “Oh hombre de nobleza,
recuerda el cielo puro abierto de tu naturaleza verdadera. Regresa a
él. Confía en él. Es tu hogar”, lo que se interpreta como una
metáfora de la (re)apertura del tercer ojo –también simbolizado
como una perla de luz azul.
William
Blake en su poema Augurios
de Inocencia,
donde también describe un fractal (un mundo en un grano de arena)
también habla sobre este misterioso ojo: “We are led to believe
in a lie, when we see not though the Eye”. Una mentira nos guía
cuando no percibimos con el Ojo, el Ojo que nació “cuando el alma
dormía en rayos de luz”. ¿El Ojo que ha sido secuestrado por
fuerzas oscuras?
Sir
Thomas Browne lo evoca tangencialmente en una frase que siempre me
ha parecido hermosa y enigmática: “Life is a pure flame and we
live by an invisible sun within us” (“la vida es una flama pura
y vivimos como por un sol invisible dentro de nosotros”). Ese sol
invisible, en una interpretación libre, debe de ser el ojo secreto
que participa en la luz divina.
Una
última pincelada de esta relación entre el ojo y el Sol, según
los Brahma Sutras, cuando un hombre es llevado más allá de la
muerte “la palabra se convierte en fuego e ilumina, la respiración
se convierte en viento y purifica, y el ojo se convierte en el Sol y
arde”.
El
misterio está cifrado en el lenguaje de los símbolos. La trinidad
entre el Ojo, el Sol, y Dios es uno de los andamios simbólicos más
profundos y enigmáticos. Podemos hablar mucho sobre esta
relación y hasta encontrar destellos poéticos de iluminación
verbal, pero no estaríamos más que rodeando una
representación, sembrando un laberinto. Si queremos comprender el
secreto de este misterio, tendremos que probar con nuestro propio
cuerpo abrir ese ojo interno. Todo lo demás será solamente
reciclaje metafísico en torno a un espejo, donde hay un ojo
atrapado que no puede mirarse a sí mismo. O donde alguien cuenta
una historia sobre una supuesta sociedad secreta que se hace llamar
“los Iluminados”.
Twitter
del autor: @alepholo
Visto
en: http://pijamasurf.com/2012/07/el-ojo-en-el-cielo-la-conexion-magnetica-entre-el-sol-y-la-glandula-pineal/
domingo, 8 de marzo de 2015
8 de Marzo
Todos los días son 8 de Marzo.
¿Y
sabe por qué? Porque todos los días a las mujeres
se nos niegan nuestros Derechos Humanos.
Porque aún existe la desigualdad entre
hombres y mujeres.
.Abismales diferencias en los derechos laborales.
El
sistema patriarcal pretende que las mujeres sigamos en silencio,
en
la sumisión que maquilla de obediencia y quién se atreva a salir
del redil merece ser castigada con todo el peso de la imposición.
Una mujer independiente, emprendedora y pensante no es bien
vista
por el sistema y la iglesia,
por esa razón han sido tantas las mujeres desaparecidas, torturadas
y
asesinadas, temen que de la semilla de la flor brote un jardín.
El
8 de Marzo son todos los días porque seguimos educando
a nuestros niños con normas patriarcales, incluso antes de
nacer ya les
asignamos roles con nuestros prejuicios
y estereotipos, dependiendo
si es niña o niño.
Así es nuestro afecto y nuestra forma de
socialización.
Ilka
Oliva Corado
@ilkaolivacorado
Visto en: http://www.ecorepublicano.es/2015/03/todos-los-dias-son-8-de-marzo.html
¿Y
sabe por qué? Porque todos los días a las mujeres
se nos niegan nuestros Derechos Humanos.
Porque aún existe la desigualdad entre
hombres y mujeres.
.Abismales diferencias en los derechos laborales.
El
sistema patriarcal pretende que las mujeres sigamos en silencio,
en
la sumisión que maquilla de obediencia y quién se atreva a salir
del redil merece ser castigada con todo el peso de la imposición.
Una mujer independiente, emprendedora y pensante no es bien
vista
por el sistema y la iglesia,
por esa razón han sido tantas las mujeres desaparecidas, torturadas
y
asesinadas, temen que de la semilla de la flor brote un jardín.
El
8 de Marzo son todos los días porque seguimos educando
a nuestros niños con normas patriarcales, incluso antes de
nacer ya les
asignamos roles con nuestros prejuicios
y estereotipos, dependiendo
si es niña o niño.
Así es nuestro afecto y nuestra forma de
socialización.
Ilka
Oliva Corado
@ilkaolivacorado
Visto en: http://www.ecorepublicano.es/2015/03/todos-los-dias-son-8-de-marzo.html
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